viernes, 29 de agosto de 2014

Oficios

“Panadería: Venta de pan”.
“Veterinaria: Atención de animales”.
“Peluquería: Cortes de pelo”.
Esos fueron los tres primeros carteles que vi cuando llegué al barrio.
Entonces pensé que los que allí vivían eran estúpidos a los que había que explicarles la función de cada negocio. Ahora sé que no es así pero en ese momento...
La cuestión es que, por jugar, entré a la panadería y pregunté: “¿tiene pan?” “No”, dijo la panadera, “para eso tiene que ir a la peluquería. Yo, si quiere, puedo hacerle una limpieza de cutis”.
Creí que era una broma pero no. La panadería-venta-de-pan no vendía lo que anunciaba. Así era la calle. Lo obvio nunca era obvio. Los coches paraban si el semáforo estaba en verde y aceleraban en rojo. El abogado vendía motos y la maestra cosía vestidos.
¿Qué se podía esperar de una calle que iba a contramano de todo? ¿Qué se podía esperar de mí, flamante médica recién llegada a esa esquina?
Usted dirá que no me sirve de excusa pero fue por eso. Sólo por eso, señor Juez, que el consultorio médico se convirtió en prostíbulo.
Autora: Leticia Troyano